Les compusieron los vestidos, tanto como las magulladuras, el humor, y las esperanzas. Les llenaron las alforjas con comida y provisiones de poco peso, pero fortificantes, buenas para cruzar los desfiladeros. Les aconsejaron bien y corrigieron los planes de la expedición. Así llegó el solsticio de verano y se dispusieron a partir otra vez con los primeros rayos del sol estival. Elrond lo sabía todo sobre runas de cualquier tipo. Aquel día observó las espadas que habían tomado en la guarida de los trolls y comentó: —Esto no es obra de los trolls. Son espadas antiguas, muy antiguas, de los Altos Elfos del Oeste, mis parientes. Están hechas en Gondolin para las guerras de los trasgos...
...En esta, Thorin, las runas dicen Orcrist, la Hiende Trasgos en la ancestral lengua de Gondolin; fue una hoja famosa. Esta, Gandalf, fue Glamdrin, la Martilla Enemigos, que una vez llevó el rey de Gondolin. ¡Guardadlas bien!...
... Thorin meditó estas palabras. —Llevaré esta espada con honor —dijo—. ¡Ojalá pronto hienda trasgos otra vez! —¡Un deseo que quizá se cumpla muy pronto en los montes! —dijo Elrond—. ¡Pero mostradme ahora vuestro mapa!
(J.R.R. Tolkien)
El Hobbit, capítulo III
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